Cómo liberarte del miedo y abrirte a confiar.

El miedo es la creencia errónea de que hay algo malo que pueda suceder.

Y remarco errónea porque en realidad no hay nada “malo” que pueda suceder. El mundo es totalmente neutro. Cualquier acontecimiento es neutro. No hay “bueno” o “malo” en la naturaleza. Lo que sí hay a partir de ese hecho neutro, es por supuesto es una interpretación, que elije ése que está mirando.

Todo miedo procede de una interpretación de que hay ahí algo amenazante que podría suceder o que está sucediendo, o que sucedió.

Sin embargo, no hay nada que temer. Repito: no hay nada que temer. No obstante, no lo creas. Simplemente ábrete a la posibilidad de que esta afirmación sea cierta.

En el momento que me abro a que eso sea posible, puedo empezar a mirar todo lo que yo tacho de “malo” que podría suceder y darme cuenta de mi apego a que las cosas sucedan de una manera determinada. El apego a mi creencia acérrima a que la felicidad debe suceder de esta manera y no de esta otra. Es el apego a mi forma de ver las cosas lo que me impide soltar mis ideas. Pero si miras el apego de cerca, es puro miedo.

Así que cuando algo no sucede como me gustaría (algo que sucede a menudo), paso a experimentar miedo. Incluso muchas veces antes de que suceda algo, ya estoy experimentando el miedo a que no suceda como me gustaría.

Es interesante. Ahí empiezas a descubrir el mundo como una impresionante construcción mental subjetiva, totalmente carente de realidad propia. Pura interpretación y manipulación de lo que realmente Es. Eso sí, totalmente inocente, pero falsa al fin y al cabo.

Probablemente una de las cosas que venimos a aprender a esta gran escuela llamada Tierra es a descorrer todos esos velos que interponemos entre lo que es Real y lo que es sólo un sueño. Sí, un sueño, una imaginación, y con esto me refiero a todas las continuas interpretaciones que yo hago sobre lo que veo.

«Nuestros miedos más profundos son como dragones que guardan nuestro más profundo tesoro» 
Rainer Maria Rilke

Cuando caen los velos puedo empezar a vislumbrar que hay una perfección intrínseca en este Universo que nada tiene que ver con mi interpretación sobre lo bueno y malo. Simplemente es perfecto, pero con una perfección de la cual mis ideas saben muy poco. Y eso requiere humildad. Requiere darme cuenta que estar vivo en este instante es un profundo y hermoso misterio, y que hay una inteligencia que yo no he creado, pero que sin embargo me está dando vida en este mismo instante. ¿Por qué me creo entonces que eso que sucede no está previsto también por esa inteligencia para mi bien?¿Por qué elegir creer separadamente de ella que eso que sucede es algo malo?

Así que de repente, me doy cuenta de que hay otra opción que seguir escuchando mis ideas: puedo tratar de empezar a confiar en lo que Es, en lo que sucede, en lugar de seguir confiando en mis ideas sobre lo que debería suceder. Ideas que quizás a estas alturas ya me habré dado cuenta que no me llevan a ningún lugar deseable, si no a repetir interminablemente la búsqueda de la felicidad de una manera inútil, una y otra vez.

Por supuesto, puedo repetir esa búsqueda e intentarlo cuantas veces quiera porque soy libre, pero tarde o temprano, estoy destinado a darme cuenta de que simplemente no sirve, no funciona así. Y esto sucederá en el momento que yo decida rendirme a lo que Es.

Así que la propuesta es que puedo abrirme a rendir todas mis ideas a la vida. Y en ese gesto comienza una unión sagrada con la vida que me rodea, porque todos los conflictos cesan, aunque sólo sea en este instante: el instante en el que me abro a soltar mis ideas y a confiar plenamente en la perfección de la vida. Y ese instante se vuelve eterno cada vez que yo lo decido.

Se genera un descanso, una espaciosidad repleta de la más pura paz y el más puro amor. Pura comprensión. Ves que no necesitas hacer nada para controlar nada, porque en realidad nunca controlaste nada de lo que sucedía ahí fuera. Simplemente puedes descansar en tu vida, exactamente tal y como está siendo en este instante. Y comienzas a contactar profundamente con el goce de existir, cual pajarillo cantando al sol.

Ahí descubres que no importa lo que diga tu cabecita, porque en realidad no hay nada que temer, siempre estuviste a salvo eternamente. Y cada vez que te pierdas simplemente puedes repetirle en silencio, a ese niño o niña asustado que todos tenemos dentro” Ey, despierta del sueño…no hay nada que temer, ven que te abrace mi amor, descansa en el vacío de lo que Es, suelta todo…vuelve a casa”.

Descansa. Descansa aquí y ahora herman@ mío, porque nunca hubo, habrá ni hay nada que temer.

Maricarmen  Pérez Díez

Instructora de mindfulness. Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki.

TALLERES GRATUITOS DE MINDFULNESS ONLINE

cursos de meditacion en madrid, cursos de mindfulness, cursos de mindfulness en colegios, cursos de mindfulness en madrid, cursos de mindfulness online, cursos de mindfulness para empresas, cursos de reiki, instructora de mindfulness, madrid, maestra de reiki, meditacion, mindfulness, reiki, sesiones de reiki, terapia de reiki, UCDM, un curso de milagros

Entradas relacionadas

5 comentarios. Dejar nuevo

  • José Parés Pérez
    08/05/2020 2:18 pm

    Hola Maricarmen. Preciosa reflexión. Tiene mucho sentido para mi. No puedo, sin embargo, permitirme un concepto de un Ser que no puedo entender por las limitaciones de mi intelecto como algo fuera de las reglas de la naturaleza, que también es pero de otra forma que no puedo concebir. Para qué necesitas en tu análisis esa antigua y confusa palabra que tanto daño hace a la humanidad, la palabra dios?

    Responder
    • Maricarmen Perez
      10/05/2020 11:19 am

      Hola José, muchísimas gracias por tu comentario. Te confieso que a mí me costó bastante hacer las paces con esa palabra. A mí ahora sí me gusta usarla tal cual, pues así lo siento en mi corazón, pero ciertamente también se podría prescindir de ella. Al final creo que es como todo lo demás: depende de la interpretación que le demos. Te mando un abrazo grande.

      Responder
  • Maricarmen Perez
    10/05/2020 11:19 am

    Hola José, muchísimas gracias por tu comentario. Te confieso que a mí me costó bastante hacer las paces con esa palabra. A mí ahora sí me gusta usarla tal cual, pues así lo siento en mi corazón, pero ciertamente también se podría prescindir de ella. Al final creo que es como todo lo demás: depende de la interpretación que le demos. Te mando un abrazo grande.

    Responder
  • […] yo me abro a sentir mi tensión, mi miedo, mi dolor porque mi vecino no atiende mis peticiones, estaré tomando contacto con un lugar muy […]

    Responder
  • […] 4-El miedo: la base de todos los miedos (a no tener dinero, a perder a mi pareja, a que mi hijo fracase, a enfermar etc.) cuando miras por debajo siempre es la misma: el miedo a la muerte, en todas sus formas. Pensar que soy tan solo un cuerpo que está inevitablemente condenado a desaparecer y morir. […]

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.