La duda, la confusión. La incertidumbre. El miedo. Querer y no poder. Mis contradicciones humanas. El deseo de sentirme enganchada a una más o menos sutil forma de sufrimiento.
Dudar una y otra vez. Tensión interna. Deseos no cumplidos. Expectativas que se deshacen. Soledad. Miedo. Separación. Muerte.
Los panoramas internos que con frecuencia experimentamos nos llevan una y otra vez a desear huir. A escaparnos de esa intensidad que sentimos. Y esto nos lleva a buscar fuera de múltiples maneras:
- En un otro que me llene, que me haga sentir mejor.
- En la distracción que nos ofrecen las charlas insustanciales, las redes sociales y tantas otras cosas.
- En la huida del lugar o la persona con la que estábamos.
- En el sexo, las drogas, el alcohol.
- En la experiencia espiritual, llegar a ser alguien más grande, alguien diferente a quien soy.
- En la búsqueda de tener más: más dinero, más tiempo, más atención externa, que me quieran más personas, o que me quieran más algunas personas que siento que no me quieren como a mí me gustaría.
Y en medio de toda esta huida, yo me pregunto:
¿Por qué necesitamos todo esto? ¿Qué buscamos ocultar con tanto querer lo que no está sucediendo, querer lo que no tenemos? ¿Se acaba en algún momento esta búsqueda de algo diferente a lo que ya Es? ¿Por qué una vez que conseguimos algo luego después de un tiempo necesitamos conseguir otra cosa para sentirnos bien?
Y tantas veces, siento una lucha interna por tratar de que toda esa búsqueda acabe. Un deseo intenso, profundo, a rendirme a lo que Es. Porque tengo muy claro nada puede satisfacerme durante mucho tiempo excepto dejar de buscar y amar lo que Es.
Nada de lo que este mundo ofrece en realidad puede satisfacerme porque siempre estará sujeto a la pérdida, al cambio, a la muerte o la destrucción.
Y ¿cómo podría encontrar paz realmente en todo eso que está continuamente cambiando?
Y sin embargo, aquí estoy, viviendo esta experiencia humana. Viviendo a veces el dolor que toda esa búsqueda de algo más produce en mí. Experimentando otras veces, la alegría de simplemente estar Viva, sin necesidad de nada más. Viviendo toda esta dualidad, esta polaridad, de la que me parece imposible escapar.
Como un marinero que deseara siempre un mar en calma, pero que el mar, caprichoso a veces se lo concede y otras muchas no. Y que sabe que igualmente el camino, exactamente tal y como es, tiene un propósito inmenso, mucho más allá de lo que refleja ese mar cambiante y caprichoso.
Y que no es posible que esté aquí sino para encontrar, recordar, experimentar eso que nunca cambia, eso que no se ve alterado por las emociones, los acontecimientos, las pérdidas o las ganancias.
Eso que solo habita en el instante presente cada vez que algo dentro de mí se rinde a lo que Es. Ya sea miedo, enfado o lo que sea.
Pero otras veces simplemente no quiero rendirme a nada, porque a veces siento una rabia, una tristeza y una impotencia inmensas. Y eso también está bien. Forma parte del camino y de lo que he elegido experimentar.
Reconozco que siempre me estoy experimentando a mí misma, a cada instante lo que deseo experimentar. Esto me parece ya completamente innegable. Que siempre experimento lo que deseo experimentar, aunque muchas veces me cuente que no lo deseo. Aprendí que sí, que en realidad siempre experimento lo que deseo experimentar. No a nivel externo, no lo que sucede fuera porque muchas veces siento que yo no he elegido nada de eso.
Pero me doy cuenta de que a nivel interno sí experimento siempre lo que quiero experimentar porque se me ha dado el poder de elegir e interpretar lo que yo quiera acerca de todo lo que ocurre. De que la realidad es neutra y de que solo yo con mis pensamientos le añado cosas.
Así que desde aquí, le voy a dar la bienvenida a mi experiencia interna.
No siempre se la daré a la externa, ya que aunque sé en lo profundo que también la elegí, muchas veces me parece insoportable. Y como muchas veces no puedo hacer nada con respecto a lo externo, no tengo más remedio que dejarlo como Es.
Y con respecto a lo interno, le daré la bienvenida, incluso cuando no se la quiera dar, pero eso sí sabiendo que no se la quiero dar. Y que eso también está muy bien, aunque me lleve a sufrir. Pero que también es permitido y digno de ser experimentado en este plano, hasta que ya no necesite experimentarlo más.
Mientras tanto, mi coraje, mi valentía interna sé que siempre estará dispuesta a guiarme en este cambiante mar para atravesar todas mis experiencias.
Y aunque sé que no es necesario porque ya lo tengo, pido fe y acompañamiento a esa sabiduría interna que me guía, a Dios, a Jesús, a la Vida, para que no me suelte la mano y que no me olvide en medio ninguna tormenta, de que Soy una con Él.
Totalmente amada, amorosa, inocente y poderosa por siempre.
Instructora de mindfulness. Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki.