La mayor parte del pensamiento humano es totalmente innecesario. Procede del apego o del miedo que sentimos a menudo hacia las cosas, personas o situaciones, o de un deseo de fabricar un “yo” especial y diferenciado del resto.
En realidad todo ese pensamiento compulsivo surge de una profunda culpa, de no sentirme merecedor de total felicidad y plenitud ahora, simplemente por el hecho de existir, sin necesidad de conseguir absolutamente nada ahí fuera ni ser de ninguna manera determinada.
Para ello es preciso renunciar a la imagen que tenemos de nosotros mismos (o que queremos alcanzar) y de aquello que creemos necesitar que suceda ahí fuera para ser felices, cuestionando absolutamente todos los pensamientos que nos hacen sufrir.
Lo que sucede es justo lo que es necesario que suceda, y cuando dejo de interpretarlo, de querer controlarlo o entenderlo y simplemente me abro a confiar plenamente en la vida reconociendo que es perfecto simplemente porque es lo que está sucediendo, puedo dejar de vivirlo como una amenaza y utilizarlo como una oportunidad para profundizar más en mi propia presencia.
Paso a vivir todo lo que sucede desde mi centro, conectado profundamente a la inteligencia y al amor infinito que me creó, a mí y a todo cuanto existe. Y así puedo pasar a experimentar y sentir mi propia presencia a cada momento. Una presencia que es profundamente gozosa y que al mismo tiempo, no necesita de ningún pensamiento para ser experimentada.
Deja de haber necesidad de controlar o manipular las situaciones o las personas desde el miedo para que sean de una determinada manera, con lo cual simplemente podemos descansar en el flujo del suceder. Esto no quiere decir que dejemos de experimentar deseo o miedo, pero de alguna forma, dejamos de estar tan identificados con ellos, pues te das cuenta de que nada es tan valioso como lo que se te está regalando a cada instante.
Sería algo así como tener la mente enfocada en recibir la felicidad que ya está aquí presente en este momento, y que mi mente está continuamente tratando de evitar buscándola en algún otro lugar del tiempo, ya sea en el pasado o en el futuro.
Un engaño aparentemente perfecto, pues el tiempo no existe y todo pensamiento que te lleva a sufrir es igualmente inexistente. Un sueño del que es posible sin duda despertar, también dentro del tiempo.
Feliz instante
Instructora de mindfulness. Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki.