Durante la meditación pueden suceder experiencias de amor profundo, de paz profunda y a menudo puede suceder cuando entramos en estos estados, sentimos que hay algo de nosotros que se pierde en ellos, con lo cual sentimos el impulso de salir de ellos con rapidez porque nos asusta quedarnos en ese vacío. Parece paradójico porque justamente lo que buscamos en la meditación a menudo es ese descanso. Pero también puede suceder que temamos perderlos, con lo cual los acabamos perdiendo más rápidamente.
Cuando entramos en esos espacios durante la meditación es bueno quedarse un rato en ellos. Abrirme a sentir lo que estoy sintiendo con plena confianza de que estoy siendo de alguna manera, guiado y apoyado. Confianza en que todo lo que ocurra está bien. Así que se trata sencillamente de mantener mi intención y mi atención en la meditación, en ese sentimiento de paz, o de amor, en esa presencia, en ese ser que yo sé en lo profundo de mi que realmente soy. Es un descanso, un descanso infinito. En ese instante, ya no necesitamos ninguna máscara más ni hacia nosotros mismos ni hacia los otros. Toda lucha se termina. Podemos descansar, podemos ser finalmente y plenamente, lo que realmente somos. AMOR. Puro, inabarcable, interminable, indescriptible.
Podemos descansar en el Amor que somos. Podemos traer nuestra personalidad, nuestros deseos, nuestro ego, nuestros miedos, nuestros anhelos…todo eso lo podemos traer a este espacio de Amor infinito, depositarlos ahí y… Descansar.
Darles el permiso a todas estas cosas de que vuelvan a su origen, de que vuelvan al punto en el que nacieron… y puedan por fin disolverse y descansar, descansar, descansar.
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[…] Descansa. Descansa aquí y ahora herman@ mío, porque nunca hubo, habrá ni hay nada que temer. […]