La meditación es una herramienta que sirve para:
-Observar mis pensamientos, en lugar de identificarme con ellos.
-Darle un espacio de silencio a mi mente.
-Conectarme con el aquí y ahora, dejando a un lado mis expectativas acerca de cómo debería estar siendo este momento.
-Y especialmente me permite descansar, me permite un descanso profundo de mis luchas cotidianas, un espacio de profunda comunicación conmigo mismo, de dejar a un lado el hacer, el conseguir algo del mundo, aunque solo sea por un ratito.
Esto es la meditación. Descanso, silencio, unificación.
Un espacio profundamente simple.
Podemos quedarnos en esta experiencia, y ya es plena en sí misma.
Pero además este espacio, cuando me lo regalo, también me va a permitir si yo quiero abrir un espacio interno de profunda investigación: ¿qué hay más allá de lo que pienso?, ¿qué hay más allá de lo que creo del mundo, del otro y de mí mismo?
Me permite crear un espacio en mi mente para responder a esas preguntas profundas que tarde o temprano todos nos hacemos: ¿quién soy? ¿para qué estoy aquí? ¿por qué estoy vivo? ¿qué he venido a hacer al mundo?.
En meditación no respondemos directamente a estas preguntas. Sencillamente nos abrimos a que sean respondidas, hacemos espacio en nuestra mente para que una sabiduría superior a la del pensamiento compulsivo (que siempre está tratando de resolver o de mejorar algo) pueda aparecer, pueda suceder.
Yo medito por esto cada día. Medito para recordarme a mí misma que no soy este cuerpo, que no soy estos pensamientos, que soy algo mucho más profundo que todo eso. Y el conocimiento de lo que Soy, está a mi disposición en cada instante si yo me abro a hacerle un hueco más allá de mis interpretaciones sobre cómo debería ser este instante.
Lo que tú estás sintiendo aquí y ahora no es rectificable ni modificable. Sencillamente Es. Se está dando en este instante de esta manera concreta. Date cuenta de que ya llegas tarde a este momento, no puede ser diferente en absoluto de cómo está siendo. Párate un momento ahora, y siéntelo.
Entonces ya que está siendo así, ¿por qué no unirme a este instante, que es mi vida aquí y ahora? ¿Por qué ir separado de la vida?
Incluso aunque sea doloroso, puedo abrirme a respirarlo, puedo abrirme a sentir mi dolor para poder conocer qué hay más allá de él. Porque en el momento que me entrego completamente a este momento sin expectativas, sin pensamientos, todo dolor acaba desapareciendo.
Y ahí empiezo a comprender quién soy, sin palabras, desde el silencio. Y ahí empiezo a darme cuenta de que ese conocimiento eso es lo único que puede darme una felicidad duradera.
Para esto sirve la meditación. Para poder ver que lo que soy no necesita palabras, defensas, justificaciones ni puede ser amenazado o destruido en ningún momento. Es completo en sí mismo. Lo que soy profundamente, no necesita que yo sea de una manera especial o que el otro sea de una manera concreta. Y entonces dejo de pedirle al mundo, dejo de pedirle al otro. O quizás siga haciéndolo por algún tiempo, pero ya no me culpo por ello, ni culpo al otro.
Porque me reconozco profundamente completo, y profundamente pleno.
Y me doy cuenta de que no necesito nada.
Porque en este mismo instante la vida me lo está dando todo.
Gracias.
Maricarmen Pérez Díez
Instructora de mindfulness. Maestra y terapeuta de Reiki
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[…] Y sin duda una de mis apuestas es seguir profundizando en ese espacio de conocimiento interior, en esa relación conmigo misma. Atender mi sentir, profundizar en cómo vibrar en paz y en amor pues quiero que sean mis compañeros a cada instante. Y una de esas herramientas esenciales en mi día a día para ello sigue siendo profundizar en la meditación. […]