La atención plena en el cuerpo: la plataforma hacia el Ser.

Desde que empecé a meditar, allá por el año 2008, he podido constatar una y otra vez como la atención al cuerpo interno es la que me ayuda a contactar con el Ser, con la conciencia, con el mundo sin forma: ese espacio físico que me rodea que aparentemente, según los ojos del cuerpo, está separado de mí, pero que sin embargo, a un nivel más profundo, soy yo también.

Hay algo muy maravilloso que surge cuando empiezo a prestarme atención…es como si pudiera descansar de toda la percepción que veo ahí fuera en el mundo externo. Es como si otra dimensión de mi experiencia hubiera nacido y surgido con la atención a mi cuerpo interno.

Cuando hablo de cuerpo interno te hablo de sentir por ejemplo, tus manos, sentir físicamente las sensaciones que sientes ahora mismo en ellas. O sentir por ejemplo lo que sientes ahora mismo justo en el centro de tu pecho. Cuando entras en el sentir, entras en la experiencia. El sentir no es fácil de definir con palabras. Es una sensación, desprovista de toda etiqueta mental, pero que podríamos calificar con diferentes adjetivos: frío, calor, presión, placer, hormigueo, vacío, dolor…hay muchos calificativos para describir ese espacio interno.

Sin embargo, la invitación aquí es ir más allá de todas esas etiquetas mentales que puedo darle a eso que sucede en mi cuerpo interno, dentro de mí.

Simplemente, siente tus manos. Simplemente, siente el centro de tu pecho. Simplemente, siente tu cuerpo.

Quizás aparezca una sensación agradable o desagradable, pero si la constatas como tal, déjala ir de nuevo: eso también es un concepto. Quédate simplemente sintiendo, consciente de eso que está pasando justo ahora dentro de ti.

Eso que está ocurriendo, justo ahora, es la Vida moviéndose dentro de ti. Quizás surja una voz ahí, etiquetando, juzgando la experiencia: pues tampoco es para tanto, o no me gusta, o que raro, o que agradable, o no noto nada. La invitación es: ve más allá de eso también, más allá de tus gustos, tus ideas, suéltalo todo.

Quédate justo ahí, profundamente vacío para acoger eso que está surgiendo ahora aquí: la Vida Sagrada experimentándose dentro de ti en el único instante que puedes experimentarla: este instante.

Y éste, y éste otro, y éste también: todos tus momentos presentes.

Simplemente siéntete como energía, como presencia, como Vida, o como vacío, más allá de tus opiniones, más allá de esa voz que cree conocerte tan bien y que no cesa de sonar en tu cabeza porque le has concedido toda tu atención.

Descansa profundamente en tu cuerpo interno. Siente tu cuerpo, simplemente. Siéntete en este instante sagrado.

Eres puro espacio. Pura consciencia de lo que eres. No estás aquí para cambiar nada de lo que ocurre en tu espacio interno. Estás aquí para acompañarlo, para abrazarlo, para mirarlo, para prestarle atención: tal como una mamá haría con su bebé.

Ábrete a la presencia inmutable que habita dentro de ti.

Tarde o temprano descubrirás que esa presencia puede abarcarlo todo, no sólo tu cuerpo interno: también el cuerpo de las personas que te rodean, de los edificios, los coches, los árboles, el cielo…el espacio mismo que envuelve todo.

Bienvenido de vuelta a casa: eres pura consciencia ilimitada, por más que te pierdas y te vuelvas a identificar con esa voz que crees ser y que no eres. Elije despertar ahora de esa voz de ensueño: no eres un cuerpo. Eres algo mucho más profundo: totalmente eterno, inmortal, infinito. Ese espacio inmutable, que no cambia, que simplemente Es. Pura Vida.

Como el mar que acoge cada ola, y que siendo esa ola, es, a la vez, todo el mar. Tú eres el Mar: da la bienvenida a cada una de tus olas, a cada una de tus sensaciones.

No permitas que lo de fuera se lleve toda tu atención, o creerás ser lo que no eres.

Permanece aquí. Quédate en tu hogar. Permanece como la presencia inmutable que eres.

Estás aquí para brillar y para traer esa Presencia Sagrada a este mundo.

Cuando vives desde la presencia, conoces lo que es la Paz. Llegas a poder aceptar todo lo que ocurre, porque te vuelves consciente de esa Inteligencia sin forma, profundamente amorosa que te creó, y que a la vez, eres tú mismo. Y te das cuenta de que hay un plan sagrado detrás de todo lo que ocurre. Y de que no estás aquí para cambiar nada, sino para darle la bienvenida a todo y a todos. Sí, de que estás aquí simplemente para amarlo todo y a todos.

Así que descansa. No es preciso esforzarse. Es más bien todo lo contrario: simplemente ábrete a Ser. Préstate atención. Sé amable contigo mismo. Respira.

Recuerda que no vas sólo: el Universo eterno habita dentro de ti.

¿Te atreves a sentirlo Ahora?

Maricarmen Pérez DíezInstructora de mindfulness. Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki.

Por aqui te comparto una de mis prácticas favoritas:

Meditación guiada: atención plena en el cuerpo:

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3 comentarios. Dejar nuevo

  • Pedro Pablo
    25/07/2020 8:40 pm

    Hola Maricarmen

    Gracias por compartir tus textos, son facilitadores para aumentar un poco mi nivel de consciencia y poderme instalar al menos por algún instante, en esa presencia.

    En ésta además de paz te puedes encontrar calma, quietud, armonía, felicidad, bondad, serenidad, sosiego, reposo, tranquilidad,… lástima que sólo sean momentos fugaces.

    Un fuerte abrazo y muchas gracias.

    Responder
    • Mª Carmen Pérez Díez
      27/07/2020 2:25 pm

      Muchísimas gracias Pedro Pablo por tomarte el tiempo de explicar tu experiencia y dejar tu comentario. Lo bonito de esos momentos que percibimos como fugaces es que siempre están aquí en este instante. Sentir paz es una elección consciente que sólo puede realizarse en el momento presente. Lo bonito es constatar que tenemos ese poder de traer paz a toda nuestra experiencia, en el momento que elegimos darnos cuenta y decidimos deliberadamente entregar nuestra «mochila» aquí y ahora para volver a casa. Un abrazo inmenso y bendiciones.

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  • […] a través de todos estos pequeños “darnos cuenta”, de todos esas tomas de conciencia, de esa atención plena […]

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