reflexionar sobre las causas de la infelicidad

Las 4 causas del sufrimiento

A veces en mi experiencia toco estados de profunda dicha y conexión con Todo. Son momentos en los que el corazón está completamente abierto donde el recuerdo pleno de la Verdad está totalmente despierto. Cuando estás en esa experiencia ves que no hay pensamiento alguno que sea capaz de tocar eso, definirlo o terminar con ello en modo alguno.

Sabes que estás contactando con la Verdad, con la Plenitud misma que te creó y te sientes absolutamente Unido a Todo lo que te rodea.

Cuando entro en ese estado y luego de ahí vuelvo a mi vida cotidiana, hay una progresión de ese estado de dicha total a mi mente en su estado habitual. He estado observando con atención que es lo que me saca de esos estados de profunda conexión, y me he dado cuenta de que lo único que es capaz de sacarnos de nuestro estado original de dicha y paz son tres cosas que podrían configurar lo que llamaríamos «las causas del sufrimiento»:

1- Los juicios: algún tipo de juicio acerca de mí mismo o de otro con el que me cruce. Hay muchos micro-juicios que suceden constantemente en mi mente y de los que no es sencillo darme cuenta a menos que esté totalmente atento a mi mente y mis pensamientos.

Pero en realidad no basta con que un juicio pase por mi mente. Los juicios pueden suceder pero si yo no les doy valor, no tienen ningún poder sobre mí.

Es decir, un juicio solo pasa a hacerme daño en el momento en el que elijo deliberadamente creérmelo (y esto sucede casi todo el tiempo de forma inconsciente, de ahí la importancia de entrenar la atención).

2-La ignorancia: creer que sé algo cuando en realidad estoy equivocado. Como veis está muy ligado al primero.

Ya lo decía Buda, que la ignorancia es la raíz del sufrimiento.

Sin embargo, lo cierto es que en realidad es bastante sencillo reconocer cuando estamos en ignorancia (otra cosa es que queramos admitirlo, porque nuestro ego casi siempre se interpone). Cada vez que estoy sufriendo es porque me he confundido y estoy eligiendo creer algo que no es cierto. Como dice “Un curso de milagros”: ¿Qué prefieres, tener razón o ser feliz?

Y lo cierto es que muchísimas veces (la mayor parte del tiempo) preferimos tener razón. Lo bueno es que esa elección la podemos hacer hasta que nos cansemos de sufrir, porque la posibilidad de abandonar el sufrimiento siempre está abierta en cada nuevo instante presente.

3-El apego: creer que mi felicidad se encuentra en algo que está fuera del alcance de mí mismo. Este punto está muy relacionado con la ignorancia. Pensar que debe de suceder X cosa para que yo sea feliz, o que X persona o cosa tiene que estar en mi vida (o no puede irse de ella o morir) para yo sentirme bien y estar completo. Es decir creer que sin esto (xxx) no puedo estar bien o feliz.

Pues lo siento, no es cierto (y menos mal).

4-El miedo: la base de todos los miedos (a no tener dinero, a perder a mi pareja, a que mi hijo fracase, a enfermar etc.) cuando miras por debajo siempre es la misma: el miedo a la muerte, en todas sus formas. Pensar que soy tan solo un cuerpo que está inevitablemente condenado a desaparecer y morir.

Es decir, confundir mi identidad real -que lo que yo soy a nivel profundo es inmortal, eterno y no puede desaparecer- con mi identidad ilusoria en la forma- un cuerpo.

Esto parece más complicado porque parece que requiere tener fe. Creer en la vida más allá de la muerte, o no creer.

Entiendo la dificultad, porque yo también pasé muchísimos años de mi vida creyendo que era solo un cuerpo y que no había nada más. Hasta que experimenté efectivamente que no era un cuerpo. Y con experimentar quiero decir que en realidad se me ofreció la experiencia de ver que yo no era solo un cuerpo, sino que era pura conciencia sin forma.

Y es cierto que la experiencia no la podemos fabricar a voluntad. Sucede o no sucede. Se da o no se da.

Pero lo que sí que es cierto es que muchos años antes de esa experiencia en algún momento yo tomé la decisión de abrirme a cuestionarme la idea de ser sólo un cuerpo, y empezar a contemplarla como una posibilidad.

De ahí empecé a investigar en diferentes libros espirituales, tradiciones y cuestionarme mi idea de que si había tanta gente que decía que la vida no se acababa con la muerte y además parecían tan felices, ¿por qué ellos iban a estar equivocados y yo tener razón? Al menos merecía la pena probar, experimentar, leer y conocer por mí misma. Y eso fue lo que hice.  Simplemente abrirme a la posibilidad, e investigarla.

Esto siempre merece la pena puesto que llegues a la conclusión que llegues, el hecho de cuestionarme todos y cada uno de los pensamientos que me hacen sufrir, siempre me lleva a un lugar de mayor amplitud y apertura y eso siempre, siempre merece la “pena”.

Gracias siempre por estar ahí y acompañarme.

Namasté.

Una mente despierta es aquella que no da valor al juicio, a la contracción ni al sufrimiento.

Maricarmen  Pérez Díez

Instructora de mindfulnessTerapeuta transpersonal y maestra de Reiki.

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