Nos confundimos tantas veces en nombre del amor.
A menudo creemos que el amor supone sacrificio, que para que tu me quieras yo tengo que hacer algo determinado, cambiar alguna cosa o ser de una manera determinada que quizás en realidad, no quiero ser.
Otras tantas veces pensamos que el amor es complacer al otro, ser buenos, serviciales, quedar bien.
Hasta que no nos damos cuenta y aceptamos la imperiosa necesidad que tenemos de ser amados, tratamos de enmascarar una y otra vez un “dar”, un sacrificio o una generosidad en el amor, que lejos de serlo, son simplemente miedo a que no me quieras, miedo a que me rechaces o a que no me aceptes.
Y parece que en este mundo la única manera de liberarse de ese miedo es adaptándome a ser la imagen de mí que esa persona o esas personas que quiero, desean que sea. Pero eso no es amor, es miedo. Eso no es libertad, es aprisionamiento.
Si queremos vivirnos en amor es necesario que lo observemos: observar el truco de creer que necesito ser de otra manera o ser mejor, para ser merecedor de amor. Seguiré experimentando la necesidad de cambiar o adaptarme a otro mientras siga olvidando la raíz del verdadero amor, que no es otro que el amor que soy capaz de ofrecerme a mí mismo.
Todas las demás manifestaciones a mi alrededor son un reflejo de como yo me trato y de como yo me amo a mí mismo. Ese amor verdadero que espero que ese otro/s me ofrezcan en realidad no puedo alcanzarlo mientras yo me lo siga negando a mí mismo.
Y esa negación puede tomar forma de culpa hacia mí o hacia los demás, de querer extirpar partes de mi mismo que no me gustan sin haberme permitido amarlas primero y ver el regalo que tienen para darme.
Este mundo es un gran truco, un engaño en el que parece haber otro separado de mí. En realidad nunca es así. Cada persona que veo soy yo, es un aspecto de mí mismo.
Y cuando en lugar de tratar de cambiar el espejo que veo afuera de mí, elijo empezar a mirarme, a mimarme, a darme lo que creo necesitar. Cuando comienzo a tratarme como me gustaría que esos otros me trataran etc., el espejo externo empieza a cambiar también.
Es posible que algunas personas desaparezcan de tu vida, que otras empiecen a tratarte de forma diferente, o pueden ser nuevas personas las que aparecen al hacer ese cambio interno.
Pero eso se produce cuando en realidad ya no lo necesitas, cuando en realidad sabes que tu propia compañía y tu propio amor es suficiente. Porque si es incondicional, es completo, y con él puedes amar a todos los que te rodean, más allá de que ellos se den cuenta o no. Pero tú ya sientes el Amor en tu corazón y eso es muy hermoso, y te das cuenta de que realmente eso basta.
Ello no significa tener que aislarte en una cueva o que ya no busques a los demás. Nada más lejos de la realidad. Tanto amar como sentirnos amados son necesidades esenciales del ser humano, y ambas son necesarias para una vida en plenitud.
Es solo que cuando aprendes a amarte bien, de una forma o de otra siempre te vas a sentir bien amado. Y si un día no te sientes bien amado por alguien, ese día muy especialmente, te amas aún más.
Al final descubres como el Amor, sin importar la fuente de donde provenga, tiene la capacidad de sanar todas tus heridas.
Y eso es muy hermoso.
Nos amo
Maricarmen
Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki. Instructora de mindfulness.