La vida siempre te sorprende.
No importa los planes que hagas, lo que creas que vas a hacer, decir o lo que va a ocurrir.
Constatar que no tengo poder sobre las circunstancias ni muchas veces sobre mis propios comportamientos y actuaciones, puede ser en un primer momento muy difícil de aceptar. Es como si estuvieras realmente renunciando a alguna cosa importante.
Pero darte cuenta de esto en realidad no te está quitando nada, simplemente te permite constatar que esto ya es así. Y dejarte en paz. Lo que ocurre es lo que ocurre, lo quieras o no. Lo que hiciste es lo que hiciste, lo quieras o no. Lo que dijiste es lo que dijiste, lo quieras o no.
Constatar que tu poder en lo externo es tan relativo es verdad que asusta porque pensamos que tenemos que controlar muchas cosas para que nada se descoloque y “se salga de madre”.
Desconfianza en la vida
Y es que tenemos una profunda desconfianza en nuestra vida. Desconfíamos de lo que sucede y entonces nos ponemos a correr en una rueda como los hámsters, y nos da la sensación que nos estamos moviendo, cuando en realidad no hacemos más que dar vueltas en el mismo sitio. Tratando de cambiar algo, para que las cosas mejoren, poniendo de nuestra parte para que todo vaya por donde nosotros creemos que es mejor que vaya, hasta desgastarnos muchas veces por completo en el intento…y oye, no digo que no lo hagas si así lo sientes. Tú eres la vida. Y todo tiene un sentido y ocurre por una razón. Cada gesto, cada movimiento en tu vida tiene un sentido.
Lo que quiero decir sencillamente es que el control es una ilusión. Tu puedes poner todo lo que quieras de tu parte para que las cosas (o tu mismo) sean de una manera determinada, pero lo cierto es que las cosas tarde o temprano van a ser tal y como tengan que ser.
¡Uf! Que difícil y cuanto nos cuesta aceptar algo que finalmente va a acabar siendo TOTALMENTE OBVIO.
El poder está en el mundo interno
Pero también hay buenas noticias. No tienes el control de nada en lo externo. Sin embargo, se te ha dado TODO el poder en tu mundo interno.
Se te ha dado el poder de elegir como quieres reaccionar ante eso que ocurre que no puedes controlar. Se te ha dado el poder de interpretar eso que está ocurriendo como una guarrada porque no lo puedes controlar, o bien de verlo como una bendición de la vida que a nivel profundo sabes que te está trayendo un bien superior, aunque ahora mismo te fastidie profundamente.
Se te ha dado el poder de quemarte a ti mismo en la hoguera, condenarte o incluso suicidarte por haber hecho (o dicho) aquello tan malo, que crees que no tenías que haber hecho. O simplemente decidir ahora quererte y perdonarte ante eso y constatar que en aquel momento, con las herramientas y el conocimiento que tenías a tu alcance, no pudiste hacerlo de ninguna otra manera más que como lo hiciste.
Se te ha dado el poder de abrazar tiernamente todas tus sombras, todo aquello que no te gusta de ti, y perdonarte por ello. O no.
Se te ha dado el poder de ver a esa persona que tanto crees que conoces y cuyo comportamiento tanto te molesta, de una manera totalmente diferente a como la ves ahora mismo. O bien, de seguirla viendo tal y como la ves ahora.
Y no es que se trate de que haya que verla de una manera diferente porque “haya que ser bueno” y ver a la gente con amabilidad, no. Es por puro egoísmo. Por cómo TÚ te sientes en este mismo instante cuando decides mirarle de una forma, o de otra. Haz la prueba.
Se te ha dado el poder de cambiar todos tus sentimientos de rabia, tristeza y dolor por sentimientos de paz, gratitud y amor.
Es aquí donde reside tu verdadero poder. No te engañes.
Eres libre. Eres totalmente libre de tus circunstancias y de ti mismo.
Dejar de ser una víctima
Pero puedes elegir seguir creyendo que eres una víctima de tus circunstancias o de tus propios comportamientos.
En esto consiste precisamente la libertad.
Tampoco digo que utilices este conocimiento para dejar de hacer todo lo que creas que tienes que hacer en cada momento, porque sientes que es lo correcto para ti y para los demás, porque esto no va de abandonar tu responsabilidad consciente. Pero sobre todo NO DEJES NUNCA DE HACER LO QUE TE PIDE TU CORAZÓN. Porque tu corazón SABE.
No se trata de hacer o no hacer tal cosa ahí fuera, en el mundo. No, no va de esto. Se trata simplemente de rendirte al hecho de que no controlas nada.
Y descansar en la rendición. Dejar de culparte por creer que pudiste o que puedes hacer algo diferente de lo que haces. O que el otro pudo o puede hacerlo.
Y abrirte a elegir verte Uno con la vida, con todo lo que ocurre.
En realidad, todo es tu elección. Una elección que quizás ahora mismo no entiendas, pero que fue creada desde el recuerdo Total de lo que Eres.
Y lo que eres no es sino puro Amor. Pura luz, pura esencia. Pura Paz, aceptación incondicional. Poder sin limitación. Pura Santidad.
Ahí te paras y te das cuenta de que por más que tú sigas creyendo que tienes que controlar algo en tu vida para que ésta no se descoloque, la verdad es que nada, absolutamente NADA puede salir MAL en tu vida. Porque la Inteligencia desde la que creaste todo lo que ves, todas tus circunstancias…es totalmente PERFECTA Y AMOROSA.
Y no la puedes aprehender. No la puedes entender desde la mente humana y su razonamiento. Pero sí la puedes sentir en tu corazón.
Y ciertamente sí que se te ha dado el PODER de abrirte al recuerdo de esa Inteligencia AHORA y en todos los AHORAS de tu vida. ¿Lo ejercemos?
Y si te parece muy difícil…mira una noche estrellada, mira esa persona que tanto quieres, mira tu propio cuerpo. Tú no creaste nada de eso ni tienes por qué controlarlo. Déjate impregnar por el milagro y el misterio que habita en tí mismo y en todo lo que te rodea.
Y es que cuando nos abrimos de verdad a mirar, acabamos VIENDO. Es inevitable.
Gracias.
Instructora de mindfulness. Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki.
