Casi todos tenemos una idea confundida de lo que es la plenitud.
Y esto sucede porque la plenitud no es una característica de la mente “humana”. Pero por algún motivo, prácticamente todos los seres humanos, buscamos sentir la plenitud dentro de nuestra percepción humana: deseamos estar siempre bien y sentir siempre paz, alegría, felicidad.
Pero claro, queremos sentirla a nuestra manera, que ocurran determinadas cosas en nuestra vida, y otras no.
Sin embargo en mis opiniones y en mis percepciones es imposible encontrar plenitud. Porque mis percepciones y opiniones están continuamente cambiando, todo el tiempo. Y en mi percepción “humana”, todo tiene su opuesto: la alegría frente a la tristeza, la tranquilidad frente al miedo, el odio frente al amor.
Sin embargo la conciencia no tiene opuestos. Sencillamente, Es. Tampoco está apegada a que nada sea de una manera determinada, a sentir algo determinado, a pensar de una manera determinada.
La conciencia es plena en sí misma. La conciencia es plenitud. Por lo tanto, a más consciencia, mayor plenitud. Cuanto más voy hacia dentro, cuanto más interiorizo, más plenitud experimento. Y no es casual. Es que estoy volviendo a mi origen, al lugar desde el cual surge toda experiencia en el mundo de la forma.
El único problema, si podemos llamarlo así, es que, por algún motivo, presto mucha más atención a mi mente humana que al espacio que abraza constantemente esa mente humana, las emociones que siento y las sensaciones que experimento. Y ese espacio, que es mi conciencia, es precisamente el que me permite salir de esa mente “humana”, aún teniendo un cuerpo y una mente humana.
Desde mi conciencia sí que tengo la posibilidad de conocerme en un espacio mucho más amplio que mis percepciones y opiniones. Tengo la posibilidad de conocerme sin opuestos, sin deseos, pero no porque no pueda experimentar los opuestos o tener deseos, sino simplemente porque puedo ver toda esa oposición, todos esos deseos sin necesidad de identificarme con ellos, sin necesidad de darles el poder de definirme, o de hacerme feliz o infeliz.
En ese espacio puedo experimentar como todo lo que ocurre: pensamientos, experiencias, opiniones…aparecen y desaparecen, pero más allá de ellos hay algo mucho más profundo que es consciente de ellos, que simplemente los observa, que simplemente los permite ser.
Y en esa observación, en ese permiso, habita la plenitud. Una plenitud que no es de este mundo, y que a pesar de que su origen no es la mente humana, puedo experimentarla aquí mismo siendo humano, siendo tal y como soy, con mis contradicciones, mis miedos, mis defensas. Dándole a todo un profundo permiso de ser tal y como es.
En ese permiso me descubro siendo el permitidor de toda experiencia, eso en ti que es pleno no por nada de lo que le ocurre, sino simplemente por el hecho de que existe. Que profundo descanso, sentir la plenitud de simplemente Ser. Esa plenitud sí que es total, pues no tiene opuesto alguno, y paradójicamente, habita en todas las cosas.
Y esa plenitud Es lo que tu eres ahora, Ya, leyendo estas líneas, sintiendo lo que sientes ahí donde estás, sin necesidad de rectificar ni un ápice tu experiencia. Date el permiso de sentir esa plenitud, de que te toque, de que su aliento te anime en este instante.
Date el permiso de que ese espacio coja las riendas de tu vida y la sacuda hasta el punto de darte cuenta que siempre estuviste pleno, que nunca te fuiste de esa conciencia…porque lo que realmente eres es indestructible, infinito, totalmente amoroso, pleno, sin opuestos, completo…y eternamente libre.
Gracias por acompañarme.
P.D. Y si te apetece seguir profundizando en al plenitud, te dejo por aquí la entrevista que me realizaron el mes pasado en el programa “Vida plena”:
https://www.ivoox.com/vida-plena-carmen-perez-01-10-19-la-plenitud-de-audios-mp3_rf_42634078_1.html