cursos de mindfulness para empresas, cursos de mindfulness, cursos de mindfulness en madrid, meditacion, soy presencia, mindfulness, reiki, cursos de mindfulness, cursos de reiki, cursos de meditacion, terapia reiki, talleres mindfulness empresas, talleres meditación empresas, terapia transpersonal, facilitadora del perdón

¿Por qué me siento culpable?

¿Te has parado alguna vez a escuchar la voz que habla en tu cabeza en un momento de tensión o conflicto interno? Simplemente escucharla, con la curiosidad de un niño, a ver qué me está contando.

Hace poco me paré un rato a escuchar la mía en un momento en el que me encontraba asustada y decía algo así como: “deprisa, deprisa, deprisa, tienes que llegar, tienes que conseguirlo” . También decía también otras cosas como…”¿que va a pensar la gente de mí si no lo hago?”  o “te quedarás sola”…o “fracasarás”…o “nadie te querrá”…o “morirás”.

Es interesante pararse a mirarla, y poder exponerla a la luz…porque esa voz se alimenta de inconsciencia. Cuando poco mi foco en ella, mi atención, empieza a desmontarse por sí sóla, pues no soporta la luz de la conciencia.

En realidad, cuando nos encontramos mal, o simplemente regular, lo que pasa es que nos sentimos inquietos, o quizás, en mayor o menor medida estamos dispersos y no terminamos de sentirnos bien pero no sabemos exactamente por qué.

Pues bien, si te sientes así en este momento (o en cualquier otro), párate un ratito a mirar qué estás pensando. Porque si no estás en paz perfecta, es porque está detrás esa voz amenazante, hablando mal de tí o del otro, o de lo que está pasando en tu vida.

La voz del ego

Pues sí, hablo de la atemorizante voz del ego. Esa que no para de ver problemas, inconvenientes, obstáculos, pesadillas…allá donde no hay nada.

Y sin embargo, Yo, con el poder que el Universo me ha otorgado, estoy decidiendo darle todo el valor. Sí, jugármelo todo a esa carta, porque creo que aún tiene algo que aportarme, porque creo que escuchándola, conseguiré algo distinto, saldré de la situación, seré por fin feliz etc…cuando en realidad me engaño, me engaño, me engaño…porque esa voz nunca tuvo la capacidad de ayudarme ni mucho menos de hacerme feliz.

Culpa y castigo

Ah! Y además aquí viene lo bueno, el meollo de todo este tema: si he hecho algo malo, o regular, según mis parámetros o los parámetros sociales, sin duda merezco ser castigado. O el otro merece ser castigado. Y es que el sentimiento de culpa se alimenta en su base del miedo al castigo. He «pecado» por lo tanto merezco un castigo para así poder resarcir mi culpa. Y ese sentimiento de miedo a ser castigado a menudo está muy muy escondido detrás de la culpa: es aún muy inconsciente, parece que no, que no está ahí: que no, que yo no busco castigo a pesar de sentirme culpable.

Y además ese miedo al castigo lo voy a experimentar de igual modo ya sea que yo me culpe a mí mismo o que culpe al otro, o a la vida. Porque yo soy uno con todo.

Pero recuerdo…yo soy amor y por lo tanto lo único que puedo hacer una vez que he visto esa voz y la he escuchado es… abrirme a mirar con amor esa voz.

Esa voz en realidad trata de salvarme, de ayudarme (¡incluso aunque sea a través del castigo!)…excepto que en realidad está engañada, o ella mismo es un engaño…porque esa situación o ese problema del que quiere salvarme no existe, o en otras palabras: me lo he inventado yo.

¿Y para qué inventarme algo así? Algo en mí está tan asustado que pretendo darle realidad a mi problema con esa invención, para así perpetuarme en el tiempo y no morir…¿perpetuarme en el tiempo?

Sí, perpetuar esa imagen que tengo de mí misma, mantenerla, sujetarla, justificarla, sostenerla…y ¿qué sostiene esa imagen en realidad? Simplemente una oposición…una oposición a lo que ocurre, una oposición a lo que siento, a lo que pienso, al otro, a la vida.

Elijo de nuevo

Y me doy cuenta: me he dejado engañar nuevamente por el miedo a desaparecer, por esa voz temerosa. Y elijo de nuevo.

Elijo de nuevo el presente, elijo la confianza de abrirme a este instante, tal y como se está dando. Y hay algo muy radical en el presente: cuando le dejo entrar por completo, aunque solo sea una micro décima de segundo, cuando dejo de oponerme completamente a lo que estoy sintiendo o pensando… de repente me encuentro sin rastro de esa imagen que yo pretendía sujetar: esa imagen de víctima, de salvadora, de sufridora, de hacedora (“hay que hacer algo”), de…

De repente, en un instante, se cae absolutamente todo, y no queda nada. Nada que sujetar, nada que sostener, nada que defender, nada por lo que luchar, nada por lo que no luchar…nada, simplemente no hay nada. Se abre un gran espacio, y desaparezco. Soy engullida literalmente por esa nada. Aquí y ahora lo veo: es el ego quien ha muerto en realidad, ya no está.

No queda nada más que este instante, completamente sagrado y completamente LLENO. Pero LLENO DE VACÍO.

Y permito que entre el vacío en mí, me lanzo sin miedo al precipicio que se me ofrece en el presente…Y…

Se abre el espacio, me disuelvo en él y en esa nada, me descubro de repente, siendo TODO. Ya no hay límites en mí, por tanto paso de experimentarme como un simple cuerpo a experimentarme como un Todo. Desaparece el pensamiento particular, el pensamiento separado.

El recuerdo de Quién Soy

Entro en sintonía con algo mucho más profundo que yo mismo. Y aparece en mi mente un pensamiento Universal, no un pensamiento separado: el recuerdo de la inocencia: recuerdo quién soy, despierto del letargo, despierto del sueño. Siempre fui todo, siempre estuve unida a Todo, a la hormiga, a la estrella, al vacío del espacio, al violador, al asesino, a ese que tanto me critica…todo experimentándose por mi propia voluntad, única e indivisible.

Y así, amanece en mi mente el recuerdo de mi inocencia dentro del sueño: y entonces sí, despierto.

Renuncio a la culpa, renuncio al castigo, no por nada, sino porque en el fondo de mí, lo recuerdo, lo sé, si soy completamente honesta: siempre fui completamente inocente, completamente AMOR.

Dejo de engañarme y recuerdo quién soy. Y ahora puedo pasar a contemplar el sueño. Y a contemplar quién está aquí, contemplando todo ese sueño, conmigo.

Y eso que está aquí no soy yo, es TODO, y sí, en realidad también SOY YO.

Silencio…me doy espacio para sentir este instante sagrado dentro de mí…

Y para recordar que cada uno de los instantes de mi vida es tan sagrado como éste…y como yo.

Y amanece un profundo respeto y reverencia por esto que soy, y por esto que tú eres conmigo, aquí, ahora, leyendo estas líneas.

Gracias por estar aquí, recordando juntos.

Maricarmen  Pérez Díez

Instructora de mindfulness. Terapeuta transpersonal y maestra de Reiki.

¿Me permites acompañarte? TERAPIA TRANSPERSONAL

cursos de meditación, cursos de mindfulness, cursos de mindfulness en empresas, cursos de reiki, cursos mindfulness empresas madrid, facilitadora del perdón, madrid, meditacion, mindfulness, mindfulness colegios, mindfulness empresas, mindfulness empresas madrid, plenitud, sesiones de reiki, soypresencia, terapeuta transpersona, terapia reiki, terapia transpersonal, UCDM, un curso de milagros

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.