A menudo durante el día nos sucede que nos encontramos nerviosos, agitados o en tensión. A veces ni si quiera somos conscientes de ello, pues la molestia se presenta como algo muy ligero, casi imperceptible. Otras veces se juntan diferentes circunstancias en nuestra vida y, por momentos, el estrés se hace casi constante.
Cuando estamos conscientes de nuestro estrés, y experimentamos una necesidad profunda de liberación del mismo, en otras palabras, cuando estamos realmente hartos de la situación, hartos de sufrir, en ese momento, y no antes- tenemos la opción de empezar a elegir algo diferente.
Podemos empezar a alinearnos con nuestra verdadera voluntad, nuestra voluntad profunda, la que todos en realidad compartimos: quiero estar bien, quiero estar feliz. Elegimos conscientemente el querer empezar a experimentar otra cosa, y una vez hecho esto, nos comprometemos con nosotros mismos a encontrar el camino o la manera de ser felices, cueste lo que cueste. Ser feliz pasa a ser una verdadera prioridad en mi vida.
En última instancia, liberarse del estrés es una decisión: la decisión de ser feliz a toda costa, pase lo que pase, suceda lo que suceda en mi vida.
Una vez que esta decisión es firme, podemos estar seguros de que la vida la va a apoyar. Ahí entra en juego la confianza.
Una vez tomada la decisión, necesitamos comprometernos internamente y realmente trabajar en nosotros mismos para estar bien.
Aprender a gestionar el estrés requiere de entrenamiento interior, y como todo en la vida, requiere un poco de práctica.
Una de las cosas más importantes que podemos aprender a hacer en una situación difícil que nos encontremos, es algo tan simple como parar y respirar.
El hecho de pararnos y respirar conscientemente va a hacer que algo en nuestro interior empiece a calmarse, y que podamos empezar a ver las cosas desde otra perspectiva.
El estrés está causado por patrones de pensamiento repetitivos en nuestra mente. Nuestra mente hace su función de supervivencia: intenta protegernos de algo malo que pueda suceder.
El problema es que normalmente, o no nos damos cuenta de los pensamientos que nos generan estrés, o bien si nos damos cuenta de ellos, no podemos dejar de pensarlos, y se repiten como un disco rallado en nuestra cabeza del que parece que no podemos librarnos.
Esos pensamientos, por más que lo intenten, sin embargo no tienen la capacidad de sacarnos de esa situación de estrés, pero empezar a comprender como funciona ese programa puede ayudarnos: esa mente miedosa sencillamente está haciendo su función, como si fuera un guardaespaldas: ten cuidado, no vayas por aquí , haz esto, no hagas lo otro, pon atención que te puede pasar algo…
Y si entendemos que la mente intenta protegernos, podremos entender por qué ese “programa” de nuestra mente funciona de esa manera. Pero si no lo entendemos, podemos pasar a creer que nosotros mismos somos ese guardaespaldas, todos esos pensamientos de miedo. Podemos identificarnos de tal manera con ese programa mental, que creamos que somo eso.
Y lo cierto es que no somos nuestros pensamientos ni nada de lo que ese programa dice, ni mucho menos. Esos pensamientos suceden en la mente, pero nosotros tenemos la capacidad de entrenar nuestra atención para poder empezar a observar todos esos pensamientos, sin necesidad de creérnoslos.
Y empezar a poner nuestra atención en aquello que observa, que es consciente de todo eso, sin necesidad de serlo. Es como tener un sueño: mientras sueñas el sueño te parece totalmente real, pero cuando despiertas, te das cuenta de que era mentira.
Lo mismo sucede con todos esos pensamientos: a medida que entrenas tu capacidad de atención y observación, empiezas a darte cuenta de la falsedad de todos esos pensamientos que generan miedo en tu experiencia.
Pero efectivamente es preciso estar atento, y entrenar la mente para poder empezar a conocerte como lo que realmente eres y dejar de identificarte con patrones que sólo generan miedo, y que además son falsos.
Por tanto, desde el ámbito de la observación vamos a empezar a ver cómo, al perder identificación con los pensamientos, el estrés empieza a desvanecerse.
Otro aspecto clave para gestionar el estrés es el entrenamiento en el Sentir. Esto también requiere práctica.
Nuestra mente como digo, intenta protegernos, pero una de las cosas que nos dice para ello es: no sientas, no prestes atención a tu miedo, ni a tu estrés, porque sufrirás: piensa en otra cosa, haz algo para entretenerte….de nuevo esto es lógico: es lo que hace la mente asustada en su programa de supervivencia, teme morir.
Sin embargo, cuando yo empiezo a permitirme -y tengo el coraje y la valentía para ello, que provienen de mi determinación anterior de la que hablábamos: la decisión de ser feliz a toda costa- sentirme miedoso, estresado, agobiado…y me abro a pararme y sentir físicamente en mi cuerpo toda esa energía, permitirla, sin hacer caso de todos esos pensamientos que me invitan a huir, sencillamente confiando en mi vida y confiando en que lo que siento en mi momento presente no es incorrecto…
En definitiva, si me quedo ahí sintiendo, sin hacer caso de todos los pensamientos que van a tratar de sacarme o de explicar mi sentir…ese sentir empieza a abrirse como una flor…y tarde o temprano empieza a disolverse, para pasar a convertirse en paz: ahí se hace evidente la falsedad de lo que estaba sintiendo, porque al prestarle toda mi atención, al permitirlo completamente, se disuelve y deja paso a mi estado natural: la paz, el amor, la alegría…
Cuando eso ocurre, todos los pensamientos que sostenían el sentir se vienen abajo por su propio peso, y simplemente queda una sensación de gran libertad, de amplitud, de presencia, de poder. Estoy volviendo a recuperar mi poder, estoy volviendo a entrar en conexión conmigo mismo. Todo estrés desaparece.
Otro punto importante que me puede ayudar a gestionar mi estrés, a parte del sentir, y de darme cuenta de ese programa de miedo en mi mente, es el empezar a ver como el sentimiento de culpa está también en la base de cualquier situación de estrés: en otras palabras, aunque al principio no lo parezca, toda situación que me lleva a sufrir en mi vida incluye una falta de perdón, sea hacia mi mismo, hacia otro, o hacia una determinada situación.
La culpa está en la base de cualquier sufrimiento, así que si estás estresado puedes empezar a preguntarte ¿de que me estoy culpando? ¿o a quién o a qué estoy culpando? Esto te permitirá también empezar a tomar conciencia de ese programa de conflicto y de miedo del que hablábamos anteriormente. Y toda toma de conciencia te permite empezar a liberarte.
Y eso es lo que practicamos con Mindfulness: la observación, el sentir, que te lleva a la toma de conciencia, al darme cuenta de…
Empiezo a experimentar que hay en mí algo mucho más amplio que los pensamientos que suceden en mi mente o que las circunstancias que suceden en mi vida…empiezo a darme cuenta de mi consciencia, de mi verdadero poder, de quién soy y para que estoy aquí: para vivir en plenitud, completamente presente, feliz y abierto a la vida, para compartirme desde lo que realmente soy y no desde mi miedo o mis limitaciones.
En definitiva, empiezo a hacerme uno con la sabiduría de la vida y del Universo y veo como todo el proceso que vivo finalmente es perfecto porque cada miedo y cada limitación me ha servido finalmente para ayudarme a dar ese paso clave: empezar a conocerme y saber realmente quién soy y para que estoy aquí…y disfrutar de toda la plenitud que conlleva dicho conocimiento.
Maricarmen Pérez Díez
Instructora de mindfulness. Maestra y terapeuta de Reiki
1 comentario. Dejar nuevo
Muchas gracias Maricarmen, has compartido un gran artículo, al final sabemos que el estrés proviene de nuestros propios pensamientos y la buena noticia es que tenemos la opción de elegir y modificar nuestros patrones de pensamiento regulares, tener más autocontrol, algo que podemos lograr a través de la meditación, el uso de afirmaciones, el ejercicio, visualización creativa, relajación, etc.