Los seres humanos que vivimos en el año 2018, con mucha frecuencia generamos sufrimiento en nuestra vida al resistirnos al momento presente tal y como se nos está dando. Más que con mucha frecuencia yo diría que lo hacemos prácticamente todo el rato y lo que podría parecer aún más grave es que además lo hacemos sin darnos cuenta.
Fuera del tiempo, todo esto ya se superó, pero aún en la concreción del 2018 tenemos esa tendencia continua a vivirnos como un cuerpo físico que se siente amenazado casi constantemente por cada pequeña cosa que ocurre en su vida.
Esta imagen me recuerda a otra, que parece a nuestros ojos de ahora, mucho menos evolucionada, la del hombre en el frío de las cavernas, temiendo salir de la cueva a buscar comida, por miedo a encontrarse con alguna bestia que más bien lo devore a él.
Ese miedo inconsciente y casi continuo a que algo malo suceda en mi experiencia (tome la forma que tome, desde que el semáforo se ponga en rojo cuando llego tarde, hasta que tenga un accidente mortal con el coche), lo cierto es que nos sigue acompañado, manifestado en otras circunstancias diferentes de las del hombre de las cavernas pero al fin y al cabo, el mismo miedo.
Esto no es un problema, en realidad no lo es. El problema podría surgir cuando empiezo a culparme a mí mismo o a los demás o a la vida porque eso que ocurre no debería de estar en realidad estar ocurriendo, desde una circunstancia concreta, hasta el miedo que siento en esa circunstancia.
Entonces uno se pregunta:
¿realmente hemos evolucionado? ¿verdaderamente hay una evolución en nuestra especie a través del tiempo?
Yo me lo cuestiono, al darme cuenta de que seguimos sintiendo el mismo miedo que en aquel entonces, que seguimos sin prestarle atención, y que seguimos prefiriendo proyectar ese miedo fuera de nosotros creando circunstancias que a su vez nos llevan a asustarnos, u otro a quién culpar etc.
De esta manera perpetuamos el ciclo de sufrimiento en nuestra vida, sin salida, tal y como el perrito que se busca la cola dando vueltas una y otra vez, una y otra vez…
Y entonces veo que si hubiera alguna “evolución” posible, quizás no estaría en la forma, en las circunstancias, ni en lo que sentimos: pudiera ser que se encuentre justamente en la conciencia que empieza a despertar a sí misma y a ser consciente de lo que ocurre.
Nada más que eso: ser consciente de lo que ocurre.
Y hablo de “evolución” entre comillas, porque en realidad la conciencia no evoluciona, simplemente, Es.
Y esto es tremendo, porque significa darme cuenta de que en realidad no hay ninguna evolución. De que toda mi lucha por evolucionar, alcanzar y conseguir, es sólo un sueño. Porque lo que soy en realidad ni cambia ni evoluciona. Es completamente estable.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaah! ¿Pero que estás diciendo? ¿Todo lo que he hecho hasta ahora en mi vida, para nada?
Cuando empezamos a vislumbrar esto, normalmente, sentimos tal pánico, que nos damos la vuelta en seguida y volvemos corriendo a nuestras actividades, no vaya a ser que perdamos el sentido de quienes somos, o la importancia de todo lo que creemos haber conseguido.
Por eso la mayor parte de la gente solemos asustarnos cuando nos dicen: quédate aquí un ratito tranquilo, no hagas nada y simplemente observa.
Es gracioso. Y tremendo a la vez, porque vivimos en una permanente huida de nosotros mismos, de lo que somos en realidad, ¡porque lo tememos!
En realidad, visto así es para morirse de la risa. No vaya a ser que descubramos que aquello que somos es eterno, inmutable y absolutamente maravilloso.
Y dicho esto, también digo que ello no significa necesariamente que tenga que dejar a un lado todo lo que hago o aquello que quiero conseguir, no.
Significa, sencillamente, darme cuenta de que a cada instante se me está dando la posibilidad de hacerme consciente de mí mismo. Hacerme consciente de mis miedos y resistencias, hacerme consciente de aquello que está ocurriendo
Y esta es la propuesta. Darnos cuenta. Ser conscientes. Nada más.
Y os propongo empezar ya, ahora mismo, con una simple cuestión:
¿Estoy aceptando o rechazando este instante?
Te invito a pararte y mirarlo. Obsérvalo. Nada más.
Si hay rechazo- lo cual si miras honestamente tu experiencia probablemente comprobarás que ocurre con muchísima frecuencia- no hagas de ello un problema: sencillamente obsérvalo. Hay aceptación. Ok. Hay rechazo. Ok.
Me acabo de dar cuenta de algo que antes no me estaba dando cuenta. No hay juicio hacia mi rechazo. No preciso rechazar mi rechazo. La aceptación nos invita a abrazarlo todo: el rechazo, y la propia aceptación.
Si comienzas a hacerte esta pregunta con frecuencia en tu vida, podrás llegar a interesantes conclusiones acerca de tu vida y como te relacionas con ella.
Y además, cuando haces esto, también empieza a suceder algo maravilloso: la toma de conciencia del rechazo empieza a liberar el rechazo…la vida se vuelve más calmada, más sencilla, empiezas a experimentar con menos resistencia tu propia resistencia.
Pero esto no es algo que podamos forzar, es algo que sucede cuando nos abrimos a esa toma de conciencia, sencillamente a ese darnos cuenta.
Así que esa es la invitación: prestarnos atención.
Vivir, experimentarnos desde un espacio de acogida, de aceptación, abrirnos a abrazar, con todo nuestro amor, todos los pensamientos, sensaciones, sentimientos…en un encuentro muy simple pero muy profundo con nosotros mismos.
Y es precisamente ahí donde podemos empezar a conocernos más allá de cualquier pensamiento y sentimiento…pura conciencia.
Con la oportunidad y el regalo de poder reconocerse a sí misma, y de celebrarse, a cada instante…
Gracias y ¡feliz viaje!
Instructora de mindfulness y meditación, terapeuta transpersonal
¿Quieres explorar la conciencia junto con nosotros? Apúntate a nuestras próximas formaciones en Mindfulness
Entradas similares:
4 comentarios. Dejar nuevo
Excelente la explicación del proceso de ser consciente que tanto nos cuesta. Gracias Maricarmen. Un apretado abrazo con mis mejores deseos para estas fiestas. José
Debido a que aun me estoy familiarizando con la configuración de la nueva página, sólo ahora pude leer tu comentario José! Muchísimas gracias de corazón. Te mando un gran abrazo!
[…] https://soypresencia.com/2018/12/19/conciencia-y-evolucion/ […]
[…] Simplemente consciencia. […]