A raíz de la victoria de las elecciones en América por parte del multimillonario desde la cuna Donald Trump, estuve el otro dia observando una serie de cosas.

Lo primero que sentí al saber que había ganado Trump fue miedo. No me esperaba su victoria. Pero ahí estaba. Con los medios de comunicación anunciando las catástrofes que podrían producirse en el mundo si ganaba, era normal tener miedo.

Asi que me abri a sentir mi miedo. Ya me he dado cuenta de que no puedo responsabilizar al de fuera de como yo me siento en este instante, en cada instante, tampoco a Trump.

Asi que me abri a sentir mi miedo…y pude ver que quien estaba eligiendo sentir miedo era yo misma. Considero que el miedo es una de las bases sobre las que se asienta el discurso de Trump: levantar muros contra los inmigrantes, llevarse bien con quien solo quiera llevarse bien contigo etc. Y también ese miedo a perder cosas, a no tener trabajo, a que me lo quite el extranjero…ha llevado a la gente a votarle. Curioso.

Y justo voy yo y gana Trump…y siento exactamente lo mismo que está sintiendo Trump, sus electores, la prensa…todo el panorama que veo.

¿Qué hago con ello ahora? ¿Lo lanzo fuera, hacia Trump y digo que el es el culpable de que yo me sienta asi por lo que hace o dice?

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Bueno, esa es una posibilidad. Si la elijo podré ver como me hace sentir. La otra es hacerme responsable de mi experiencia y de mi miedo. ¿Cómo? Sintiendo mi miedo. Haciéndome cargo de él, prestándole atención. Hay algo en mí que también teme desaparecer y ser destruido. Y eso me une a Trump.

Pero cuando me coloco en esta posición de observar lo que ocurre en mí (eso es mindfulness), desde mi mismo y no desde fuera, ocurre un click en mí y en mi miedo: ahora soy yo quien está al mando de mi experiencia, no el mundo de fuera, ni Trump, ni nadie. Si me abro completamente a sentir mi miedo de desaparecer, podré empezar a vislumbrar también el amor que hay detrás de ese miedo. El amor que siento de querer estar bien, de ser feliz, de que haya armonía.

Y el miedo empieza a transformarse para dejarme ver lo que hay detrás. Eso me empieza a permitir comprender lo que hay también detrás del miedo de Trump y las personas que le han votado. Y desde ahí puedo ver el amor que les ha llevado a hacerlo.

Puede que yo no comulgue con sus decisiones, sus pensamientos, ni de su manera de actuar llevados por un miedo inconsciente. Tampoco tengo por qué hacerlo.

Pero sí sé una cosa: sé que el hecho de hacerme consciente de mi miedo sin querer expulsarlo de mi experiencia me permite sacarlo a la luz, y hacerlo consciente.Desde ahí sé que el inconsciente no puede seguir al cargo de las decisiones de mi vida. Y es desde ese espacio que el miedo puede transformarse en el mundo y ser perdonado.

No hay buenos ni hay malos. Hay una experiencia más o menos consciente de la realidad. Y esa experiencia que depende de mi, me llevará a sentir amor o a proyectarlo en forma de odio hacia fuera, rechazando lo que siento.

El mundo no tiene solución fuera de mí. Sólo lo tiene desde mi experiencia interna. Y ese cambio de perspectiva, de dentro hacia fuera,  y no al revés, es lo que realmente cambiará el mundo. No hay otro camino.

Quizás Trump está donde está para que podamos hacernos más conscientes de esta experiencia. Quien sabe. Pero en cualquier caso, desde ahí puedo darle las gracias a esa parte de mi llamada Trump, porque sin él yo no habría podido ver y contar todo esto…y soltarla y dejarla ir.

¡Gracias!

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